Un Espacio Interior Saludable

Hay condicionantes que podemos percibir fácilmente o de una manera más consciente, como son la belleza de una forma, la luz que entra o que falta en nuestros espacios, colores, olores, texturas, el frío, el calor, etc., que pueden hacernos sentir mejor, a gusto, cómodos. Sin embargo, hay otros que no somos capaces de percibir, ni de identificar y que pueden distorsionar esa armonía y bienestar que deseamos.
En la búsqueda de la optimización de los tiempos ya sea en transporte, secado, fraguado, dimensionado, en el ajuste de precios accesibles a todo el mundo, en la simplicidad de montaje (do it yourself) y en la moda cortoplacista, hemos dejado por el camino años de experiencias, sistemas constructivos eficaces, optimización del material, durabilidad, formas, proporciones y calidad.
En resumen, todo aquello que los hace propios de un lugar, la identidad. Y es que el lugar donde nos situamos nos da todas las pautas de cómo debemos crear ese espacio -orientación óptima, clima, materiales locales, sistema constructivo, comunidad, etc-. Si observamos los nidos de los pájaros en la naturaleza podremos ver que cada especie y zona tiene ciertas necesidades que hace que los resultados sean completamente distintos. Si miramos nuestro entorno podremos percibir que estamos insertos en estructuras uniformes, monocromáticas, sin vida, realmente inertes, carentes de identidad. Y es que todo aquello que hemos ido dejando poco a poco de lado, obviando o eliminando tiene un sentido: la armonía con el entorno.

Si nos dejamos llevar por el tiempo, el precio, la estandarización y la moda y no consideramos el lugar y nuestras propias necesidades, puede que a medio plazo, sin quererlo, ese espacio tan confortable deje de serlo. El excesivo uso de plásticos -ya sea como componente de otro material o como producto en sí- una infinidad de compuestos químicos, el desequilibrio de humedad y temperatura, una mala instalación eléctrica, un excesivo empleo de electrodomésticos, una mala ventilación, etc., puede llevarnos a permanecer en espacios tóxicos o poco saludables y generarnos una amplia sintomatología adversa para la salud que nunca relacionamos con el espacio habitado -alergias, cefaleas, irritación de ojos, eccemas en la piel, cansancio, efectos endocrinos y reproductivos, bajada del sistema inmunitario, etc., así como cuadros sintomáticos emergentes, como la fatiga crónica, la sensibilidad química múltiple o la electrosensibilidad-.
Es por esta razón por la que es necesario apostar por retomar la tradición, lo local, lo auténtico, lo natural e igual perder (o a la larga ganar) un poco de tiempo en hacernos concientes del objetivo en sí que es dotarnos de espacios realmente beneficiosos -que respiren, que vibren, equilibrados y armoniosos-.
La salud es una dimensión poco considerada en la creación de espacios y debiéramos valorarla debidamente ya que somos parte activa de esta envolvente y del vacío que genera.

Por todo lo anterior es por lo que La Companyia Verda apuesta por diseñar y construir un espacio interior saludable.