Fitópolis, ciudad vegetal
“Las plantas representan el 85,5% de la biomasa de nuestro planeta. Los animales, apenas un 0.3%. Es urgente que el ser humano deje de estar en el centro”, Stefano Mancuso.
El pasado 7 de julio asistimos en el CCCB a la charla de Stefano Mancuso, neurobiólogo vegetal, divulgador científico y defensor de la inteligencia de las plantas. Mancuso aboga por ciudades vegetales o “Fitópolis”, pero no como las visualizamos hoy en día, con calles arboladas, alguna que otra plaza con césped, alguno que otro jardín vertical, pero impermeables y duras, sino ciudades drenantes y tapizadas de vegetación, tanto en sus suelos, como en sus paredes y cubiertas.
Las ciudades representan el 2% de las tierras y consumen el 85% de los recursos del planeta, aunque hay ciudades que consumen muchísimo más, lo que se denomina la huella ecológica -indicador que mide, en cantidad de terreno biológicamente productivo por persona, el impacto de nuestro modo de vida-.
Más de la mitad de la población mundial reside en las ciudades y se prevé que para el 2050 serán dos tercios, cosa poco optimista si pensamos en atajar el problema del deterioro del planeta.
Lo que denominamos “calentamiento global” hace referencia a la temperatura y a los gases que retienen el calor. La temperatura es un factor que limita la distribución de los seres vivos, actúa sobre sus ciclos de vida y afecta las actividades de supervivencia, reproducción y desarrollo. El dióxido de carbono es el mayor impulsor de este trastorno, debido a la quema de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) y a procesos industriales. Lo anterior sumado a una desmedida tala de bosques está generando un desbarajuste que ya se hace evidente con los actuales desastres ambientales y la incapacidad de muchas especies de adaptarse al cambio.
Algunos científicos -geoingeniería- buscan frenar el calentamiento global con polémicos experimentos como, por ejemplo, dispersando aerosoles de partículas, creando un apantallamiento, para disminuir la cantidad de energía solar recibida por la superficie terrestre, tipo sombrilla.
Pero, ¿Qué pasaría con los ciclos de lluvias, la capa de ozono y el crecimiento de la vegetación que necesita esta radiación?
¿No es más simple reforestar?
La vegetación es la maquinaria perfecta para solventar el desequilibrio de la temperatura y absorber el C02, pero claro, no genera economía, entonces ¿Cuál es el quid de la cuestión? ¿Salvar el planeta o el bolsillo?
Según la prestigiosa revista científica “Nature”, aproximadamente 3 billones de árboles han sido talados desde el origen de la agricultura hace 12.000 años y, de esta cantidad, 2 billones han sido talados en los últimos 100 años, evidenciándose un brutal impacto. El tema es que no basta con solo parar esta situación, sino que debe revertirse. Según Mancuso si mañana mismo “todo” el planeta se vuelve vegetariano, emplea coches eléctricos y energías verdes no habría ninguna mejora, simplemente pararíamos el deterioro a ese momento exacto y dejaría de agravarse la situación, pero evidentemente ya no es sostenible.
Mancuso, como tantos otros investigadores, apuesta por los árboles, por reforestar, por recuperar lo que, en son de la civilización y desarrollo, hemos ido destruyendo. La vegetación no solo nos aporta oxígeno, regula la temperatura, la humedad, los ciclos de agua y la conservación de especies, sino que aportan beneficios físicos y psicológicos. Nos parece sensato, ¿y a ti?
La Companyia Verda comparte al 100% su visión, solo falta que las instituciones y gobiernos se responsabilicen y apuesten por ella, mientras tanto seguiremos llenando de vegetación nuestros proyectos y entornos, haciendo entrar a la naturaleza en ellos y, en definitiva, contribuir hacia una ciudad vegetal.