Contribuir a la Biodiversidad Urbana

Las ciudades han ido y siguen ganando terreno a la naturaleza de una manera poco respetuosa lo que conlleva a una pérdida de la biodiversidad -indicador de riqueza o pérdida global de especies biológicas-, siendo nosotros cómplices de ese deterioro -contaminación lumínica, ruido, químicos, etc.-. Actualmente se están buscando estrategias para reparar o recomponer ese divorcio como, por ejemplo: corredores verdes, supermanzanas, arbolado biodiverso, permeabilización del suelo, agricultura urbana, y toda aquella infraestructura que sirva de soporte para la biodiversidad, pero los edificios actúan como barreras, obstáculos que imposibilitan el desarrollo y la conservación de especies y hábitats. Según SEO Birdlife, el 10% de las especies de aves que viven en España se albergan en entornos urbanos. De hecho, algunas de ellas, como el gorrión, dependen de la presencia humana. A pesar de eso, estas especies están en declive. Por otra parte, para muchos animales e insectos la noche es el momento de máxima actividad y la oscuridad supone una ventaja, pero en las ciudades es difícil encontrarla. Por otro lado, la OMS recomienda que en las ciudades haya entre 10 y 15 m2 de superficie verde por cada habitante y que los habitantes tengan un espacio verde a menos de 300 m de su casa, lo que ayuda a combatir la fatiga cognitiva y el estrés y a aumentar la resiliencia del entorno. Además, estos espacios verdes amortiguan la temperatura -importante para reducir el efecto de las islas de calor-, purifican el aire y fijan el CO2.

La naturaleza debiera estar en el centro del desarrollo y la panificación urbana.

Por lo anterior, los edificios han de contribuir a naturalizar la ciudad, intervenir activamente por parte de la ciudadanía y dejarla entrar en ellos como conectores ya sea de árboles, plazas, parques, huertos, espacios fluviales, entre otros, de esta manera la conectividad es la que permite el movimiento de organismos sin interrumpir los procesos ecológicos y su relación con el ciclo del agua, los flujos de alimentos, residuos y energía, y el aire, propios del sistema urbano.

Dentro de las intervenciones que pueden facilitar y promover la conservación de especies y hábitats están: la creación de nidos para pájaros o conservación de los existentes -algunos protegidos por ley como en el caso de las golondrinas o aviones comunes-, nidos para murciélagos, hoteles de insectos, rincones refugio. Fachadas verdes o cubiertas verdes que contribuyen también a refrigerar los espacios interiores en verano. El uso de árboles y plantas autóctonas para polinizadores y que aportan salud a todos los niveles (aromáticas, medicinales, que absorban gran cantidad de CO2 y COV’s, y de reducido consumo de agua). Comederos para aves -sobre todo en invierno- y agua limpia y fresca en terrazas o balcones, entre otras intervenciones. Finalmente, la comunidad que lo mantiene y gestiona que contribuye al cuidado del yo, del grupo, del edificio y del entorno.

Esta permeabilidad en los edificios y nuestra intervención activa y persistente ayudará a dar continuidad a la naturaleza y, por tanto, contribuir a la conservación de la biodiversidad urbana.

No sabemos lo importante y valiosa que es nuestra actitud.