Nuestra tercera piel: la casa
Si pensamos en nuestra piel, es una capa de tejido resistente, flexible, impermeable, pero que respira, que nos protege de factores externos- frío, calor, humedad, sintetiza la vitamina D, entre otros- y nos avisa de disfunciones y malestares internos -fiebre, sensación de estímulos dolorosos, dermatitis, irritación-. Todo esto revela que nuestra piel es un órgano vivo, un sistema abierto que se encuentra activo las 24 horas y que es vital en el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Para que este órgano funcione adecuadamente y se mantenga sano debemos cuidarlo, por lo que se recomienda que la hidratemos bien, bebiendo como mínimo 2 litros de agua al día, comiendo saludable -especialmente verduras y frutas- haciendo deporte y no exponiéndola al sol en las horas de mayor radiación. A ésta denominamos la primera piel, esencial, pero no la única.
Nuestra segunda piel es la ropa que también actúa como barrera protectora de factores externos e internos, por lo que debiera respirar y aislarnos al igual que la primera piel. Aquí ya no tenemos tan claro qué debemos vestir y qué no.
Es muy importante saber de qué materiales está hecha nuestra prenda de vestir, ya que muchas veces nos dejamos llevar por el diseño o la moda, pero no por su composición. Y aunque todas las prendas poseen una etiqueta con su composición (como por ejemplo 80% algodón 20% poliéster) resulta casi imposible saber la cantidad de procesos y componentes químicos que puede llegar a tener un textil.
Y ¿Por qué? Porque la ropa no es solo un tejido y ya está. Contiene tintes sintéticos, metales, nanopartículas contra el sudor, impermeabilizantes, retardantes de llama, antiestática, antimanchas, bactericidas, antipolillas, suavizantes, antiarrugas, microplásticos, etc. Pero esto no es todo. ¿Qué pasa hoy en día con los tejidos sintéticos -que provienen del petróleo- como el poliéster, el nylon, el acrílico, el spandex, el acetato…? Al usarlos, ¿No sienten que transpiran más?
Seguramente sí y nos generan malos olores, porque estas fibras sintéticas son poco absorbentes del sudor y malas reguladoras de la humedad y temperatura corporal, que es lo esencial en esta segunda barrera protectora, pero es que, además, al ser plástico, son malas conductoras de la electricidad y generan cargas electrostáticas, fuera de ser tejidos altamente inflamables. ¡Vaya!
Y entonces ¿Cómo lo hacemos? Las fibras naturales siempre serán mejor que las sintéticas, pero, como las fibras naturales, tampoco se salvan de los tratamientos para embellecerlas o darles una característica extra, recomendamos siempre tejidos orgánicos, con algún sello que lo avale, como por ejemplo el sello GOTS (Global Organic Textile Standard) sobre todo para la ropa interior y la de cama, que es cuando se desarrolla el proceso de regeneración celular.
Nuestra tercera piel es nuestra casa que al igual que la primera y segunda piel debiera comportarse como un sistema abierto, permitiendo el intercambio con el exterior, a la vez de protegernos y aislarnos. Y si tenemos presente que pasamos alrededor de un 90% de nuestro tiempo en espacios interiores con mayor razón debiéramos tener presente con qué materiales queremos convivir.
A nadie se le ocurriría plastificar nuestra piel para que sea más fácil limpiarla o mantenerla, pero no lo es tan obvio para nuestra tercera piel (pinturas plásticas, suelos sintéticos, telas sintéticas, etc.). Esta tercera piel debiera proteger y aislar del exterior, pero además debe permitir que transpire, absorba y regule el vapor, la humedad, dé calidez.
Es por esta razón que La Companyia Verda diseña y construye con materiales naturales y renovables, teniendo en cuenta las temperaturas superficiales, la humedad relativa, la temperatura ambiental, el electroclima y que no aporten sustancias nocivas, minimizando el impacto medioambiental y permitiendo que la envolvente respire e interactúe con el espacio interior.